El gran consolador

Habitaba en mi corazón una tristeza infinita,
Mi ser rogaba al Padre que mitigara el dolor;
Mi alma clamaba por el consuelo.
Aquel día que vi partir mi Maestro al cielo.
Elevaba mi rostro al Creador, buscando su paz divina,
Mas nadie sabía cuán grande era la bendición
Que a su iglesia le aguardaba,
pues el misterio de Dios aún no se revelaba.
Llegó entonces el momento sagrado,
Estremecido me vi al ser su nombre anunciado:
Naasón, Apóstol, es de Jehová el enviado.

CORO

Varón de Dios, Naasón, Has prendido ya mi corazón,
Mi Señor te envió a nosotros Como bálsamo divino;
Has convertido el inmenso dolor
En la más hermosa esperanza.
Y diré: Soy fiel testigo de esta santa revelación,
Apóstol de Jesucristo Naasón, Eres tú para este pueblo
El gran Consolador.

2

Fueron millones de almas, así como la mía,
Que sintieron ese día imponente llamarada,
Cuando el velo quitó mi Dios, esa gloriosa mañana.

3

Y tu hermoso corazón ya revestido de gracia
No podía contener lo que Dios te platicaba.
Nos compartiste el mensaje
que tiene a mi alma cautivada.
"'¿Por qué vienes a mi pidiendo la consolación?"
Si ahora eres tú el Enviado con el mensaje de Cristo.
"Sobre tus manos derramo hoy,
Santo ungüento de bella paz.
Ve y bríndale a mis hijos gozo, dicha y solaz".
Apóstol de Jesucristo Naasón.
El Creador te ha prometido aún mayor prosperidad,
Sea El quien me afirme con la más grande lealtad.