POR LA INEFABLE LUZ 

Por la inefable luz del día, 
Que tanto alegra el corazón; 
Al despertarnos diariamente, 
Cuando admiramos el fulgor;
 De una alborada rubia y bella, 
¡Gracias sean dadas a mi Dios! 


Por el aroma de las flores,
 En cuyas galas de color: 
Vemos la mano omnipotente, 
Cuyo pincel las matizó; 
Por tantas, tantas maravillas, 
¡Gracias sean dadas a mi Dios!. 


Por ese pan de cada día, 
Que el nos concede, con amor; 
Infatigable, bueno y santo, 
A todo ser de la creación, 
Por ese pan que nos da vida, 
¡Gracias sean dadas a mi Dios! 


Y por el techo que nos cubre, 
Y por su Santa bendición; 
Y por la vida de mis padres, 
Que me arrullaron con amor,
 Por tantas dádivas preciosas, 
¡Gracias sean dadas a mi Dios! 

5 

Por esa chispa milagrosa 
De inteligencia que El nos dio; 
Para pensar en lo infinito, 
Con alas bellas de amor, 
Por ese excelso privilegio, 
¡Gracias sean dadas a mi Dios! 


Por esa dicha tan insigne, 
Que en su piedad nos dispensó; 
Mandando a su Hijo sacrosanto,
 A consumar la redención. 
De los humanos pecadores, 
¡Gracias sean dadas a mi Dios!.